(San Agustín, Sermón 218, 7)
«No obstante aquellas ramas desgajadas por la infidelidad, Dios no repudió a su pueblo, al que conoció de antemano. También yo soy israelita (Rm 11, 1. 2.17), dice el Apóstol. Aunque los hijos del reino que no quisieron que el Hijo de Dios fuera su rey sean expulsados a las tinieblas exteriores, vendrán, no obstante, muchos de oriente y de occidente y se sentarán a la mesa, no con Platón y Cicerón, sino con Abrahán, Isaac y Jacob, en el reino de los cielos (cf. Mt 8,12.11). Pilato, en efecto, escribió: Rey de los judíos, no “Rey de los griegos” o “Rey de los latinos”, aunque iba a reinar sobre los gentiles. Y lo que mandó escribir quedó escrito, sin que lograra cambiarlo la sugerencia de los que no lo creían».
Para reflexión personal
El propietario de la viña representa a Dios mismo, mientras que la viña simboliza a su pueblo, así como la vida que él nos da para que, con su gracia y nuestro compromiso, hagamos el bien. Somos conscientes de la misericordia de Dios, que nos envió incluso a su hijo, para salvarnos de la muerte?